Los Trastornos de Alimentación son procesos de desamor hacia la vida, la comida y hacia uno mismo.
Son habituales (los padece hasta el 9% de la población en algún momento de su vida) y son estigmatizantes (el paciente percibe como un rasgo de debilidad mostrar su “problema” frente a una sociedad que exige un modelo de belleza pero no acepta las consecuencias que supone llegar a él).
Los tratamientos convencionales de los Trastornos de Alimentación, buscan que el paciente recupere un hábito de ingesta de alimentos regular y ordenada que le permita mantener un peso y una actitud saludable.
Para ello, utilizan la báscula como llave de la libertad. Un sistema primitivo de premio-castigo que infantiliza a la persona y la hace dependiente de una valoración externa que “objetiviza” su enfermedad y “funcionaliza” la comida convirtiéndola en una herramienta para conseguir cosas. Para conseguir derechos que las personas ya tienen: un paseo, una visita de la familia, una llamada.
Pero tener hambre de vivir no es aceptar comer a cambio de vida. Tener hambre de vivir es tener ganas de estar plenamente en la vida.
Y eso es un trabajo de equipo:, nutricionistas, cocineros y productores locales que colaboran para conseguir reenamorar a las personas de los alimentos, y comprender que está implicado el universo entero: su proceso de cultivo, compra, elaboración.
A través de terapias individuales, de grupo, musicoterapia, meditación, arte-terapia, salidas al mercado, showcookings, talleres de cocina saludable, de repostería, de pan...
Porque si conseguimos que se hable de otra manera de los Trastornos de Alimentación, que estén en los medios, en las plataformas de crowdfunding, en la calle... conseguiremos también que se traten de otra manera.
Conseguiremos devolver la dignidad y la visibilidad de quienes los sufren y tratar un trastorno de alimentación desde el amor a uno mismo y a la vida.
Haz posible que una persona con un Trastorno de Alimentación y sin recursos pueda recibir un año de tratamiento. En él trabajaremos tres sesiones de terapia individual, una de grupo y una de familia o pareja cada mes. También realizaremos talleres semanales por una nutrición consciente, física, psicológica y espiritual, para que pueda lograr no solo una salud plena, si no también una vida plena.
Este proyecto busca ofrecer la oportunidad a una persona de recibir un tratamiento integral, consciente y amoroso para enfrentarse a sus trastornos de alimentación y, a través de esta causa, destrascendentalizar estos trastornos frente a la sociedad.
Aceptar que existen, que tienen muchas y diferentes caras, normalizando la vida de los pacientes y buscando un reencuentro con la comida.
A la sociedad, a las personas que padecen o han padecido trastornos de alimentación. A sus familiares y a las personas que aún no saben que son familiares de personas que padecen trastornos de alimentación o que ellos mismos pueden padecerlos.
Becar a una persona con escasos recursos económicos para acceder a un año de tratamiento gratuito. Un tratamiento respetuoso con su libertad y su integridad. Que le haga volver a saborear y disfrutar de la vida y los procesos que envuelven la comida.
Con 20 años de experiencia y cientos de pacientes tratados, podemos reafirmar que una terapia integral y personalizada, alejada del carácter tradicionalmente aséptico, y enfocada a la manera de ser y estar en la vida de cada persona es más eficaz que las terapias convencionales en el tratamiento de los Trastornos de Alimentación. Pero esta terapia integral de reenamoramiento de la vida y la comida es solo un paso. Es importante, también, destrascendentalizar los Trastornos de Alimentación, normalizarlos e integrarlos en la sociedad y en la calle. Aceptar que existen, que pueden prevenirse y que pueden curarse.
Para ello, además de trabajar como equipo terapéutico con médicos, psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, cocineros, reposteros y productores locales, nos coordinaremos con restaurantes, asociaciones de madres y padres, asociaciones de psicólogos y medios de comunicación para que visibilicen la realidad de tratamientos alternativos a estos trastornos y nos ayuden a prevenirlos desde una actitud de amor y tolerancia al cuerpo.