Mi primera vez en la Karakola
Ahora lo considero mi casa. Pero tengo que confesar que la primera vez que fui a la Eskalera Karakola estaba muy nerviosa. Llevaba un par de años viviendo en Madrid, era joven e inexperta y estaba empezando a introducirme en el mundo del activismo feminista. Y la Ekka era lo más de lo más.
Había sido un espacio okupado por y para mujeres, se citaba en los másteres de feminismo de la Universidad, habían escrito el prólogo de uno de los libros con los que más he aprendido, hacían investigaciones-acciones-audiovisuales… Me parecían amazonas, guerreras a contracorriente totalmente empoderadas. Y lo eran. Lo somos.
En aquel momento (alrededor de 2006) estaba en marcha una de las actividades más agradables y acogedoras de la Ekka: el brunch (posteriormente puchero) de los domingos. Propuse a algunas amigas con las que estaba empezando a traducir en acción colectiva esas inquietudes que siempre había tenido: “¿Por qué no vamos un día al brunch? Está lleno de feministas y lesbianas. ¡Qué emoción!”
Nuestra casa
Superados los nervios infundados, empecé a frecuentar las mil y una actividades que tenían lugar en la Eskalera: proyecciones de cine, debates, cañas, cursos y talleres… En 2010 me embarqué en la organización de Ladyfest Madrid, un festival autogestionado. Y escogimos como hogar la Ekka.
Durante casi un año nos reunimos allí una vez por semana. Grabamos vídeos, debatimos, pintamos pancartas, hicimos chapas, organizamos recitales de poesía, cocinamos… y creamos una red muy potente de personas que hacen cosas. Además, aprendí (más o menos) a utilizar el gestor de contenidos SPIP, con el que estaba construida la antigua web. ¡Qué alegría haber mudado nuestra web a un gestor más intuitivo!
Un punto de encuentro fundamental eran las cañas de los viernes. Ladyfest nos encargábamos de gestionarlas una vez al mes. Ahí citábamos a la gente que tenía interés en participar en el festival y prefería acercarse a conocernos y charlar en un ambiente informal antes de venir a la asamblea y comprometerse con el proyecto.
La Eskalera Karakola es conocida en muchos lugares fuera de Madrid. Recuerdo que por las cañas de los viernes se acercaba gente de Estados Unidos, Francia, Dinamarca… Cuando preguntaban por un espacio de activismo feminista en Madrid, todo el mundo les remitía ahí, a nuestro hogar.
Presente y futuro
Desde noviembre de 2013, el podcast feminista Sangre Fucsia, del que formo parte, se emite en directo desde el estudio de la Eskalera Karakola. Un estudio radiofónico estupendo que montaron con sus manos el proyecto de radio libre basado en software libre Transyster, hace ya unos cuantos años. ¡Gracias por esa herencia que nos habéis dejado!
Como ya sabéis, había problemas de ruido con las vecinas y la policía. El edificio está mal construido y simplemente el cierre de una puerta o 20 personas hablando en tono normal se oyen en el primer y segundo piso. Así que para cumplir la normativa del ayuntamiento, necesitamos insonorizar el local.
Necesitamos insonorizar el local porque necesitamos la Karakola. Queremos seguir haciendo radio y clases de baile y teatro y cañas y conciertos. Necesitamos que haya puntos de encuentro en esta ciudad para todas las personas inquietas que quieren construir algo diferente. Desde el empoderamiento y la celebración de la diversidad, desde los feminismos autónomos y desde la ausencia de miedo al cambio.
Compartimos un nuevo testimonio de lo que supone la Eskalera Karakola para la vida de las personas. En esta ocasión lo envía @gaelx de @SangreFucsia.
Y para ti, ¿qué supone la Eskalera? Escríbenos a ekkabuzon@gmail.com